“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.” (Génesis 1:3)
Introducción
La palabra de Dios es algo muy maravilloso y que muchas veces las personas no entienden. Es tan poderosa, que cuando se pone en acción cosas maravillosas suceden. Un ejemplo es cuando Dios dijo: “Sea la Luz” e inmediatamente la luz apareció al oír esa voz del Dios Todopoderoso, porque así es la palabra que sale de su boca, no volverá vacía y hará lo que él quiere (Isaías. 55:11).
En esta lección y en todo este libro se va a estar enfatizando en resaltar aquellas palabras en la Biblia que cambiaron el rumbo de toda la humanidad. Esas fueron palabras de Dios. Por lo tanto, se estará haciendo énfasis precisamente en ellas, el poder que estas tienen y como pueden afectar la vida del creyente. Arnoldo Arana del sitio bible.com dice: “La Biblia no es sólo un libro de religión, filosofía o moralidad. La palabra de Dios es el verbo creativo de Dios”.
I. Dios habiendo hablado muchas veces
Desde el tiempo que el hombre fue creado Dios no ha perdido la comunicación con él y le ha hablado de muchas maneras. El escrito a los hebreos lo dice de la siguiente manera:
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras… (Hebreos 1:1)
Muchas veces y de muchas maneras. Este enunciado contrasta con lo que mucho sociólogos y filósofos mencionan referente al Creador, según lo revela el autor en su libro sobre el sufrimiento. Algunos se han atrevido a decir, que Dios lo hizo, pero que luego se olvidó de él. Sin embargo, eso no es así. Dios ha hablado muchas veces y de muchas maneras con palabras que han cambiado a toda la humanidad.
En infinidad de ocasiones Dios habló directo con sus siervos y no necesitó intermediarios y mucho menos parlantes para hacerles saber su voluntad. Ellos vieron, oyeron y hasta hablaron con Dios, quedando huellas de esos encuentros. Algunos de ellos fueron; Adán, Noé, Abraham, Jacob, Moisés, etc. Sin embargo, la lista es bien numerosas de personas que vieron y hablaron con Dios cara a cara y Dios les manifestó su voluntad.
Finalmente, Dios habló por su palabra escrita, la cual él mismo mandó que se escribiera desde tiempos ancestrales. Uno de los primeros ejemplos, y el mas notorio y reconocido hasta hoy fue Moisés.
Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel. (Éxodo 34:27)
El este último caso, este gran siervo de Dios dejó las bases para una comunicación de parte del creador con su creación por medio de las palabras escritas. Gracias a esa interacción de este hombre de Dios, hoy se cuenta con el manual de Dios mas leído de todos los tiempos, “La Biblia”. Aunque esta lección y libro no trata de un estudio sobre las Sagradas Escrituras, si se enfocará en algunas palabras que cambiaron vidas, familias, reinos y nos cambian a nosotros hoy en la actualidad.
II. El poder de las palabras de Jesús
A pesar de todo lo anterior, el hombre siempre ha estado renuente a oír la voz de Dios, es por eso que vino a esta tierra en forma humana y en la persona de Jesucristo para hablar al ser humano directamente.
Cuando Jesús vino a la tierra las palabras de Dios no solo se predicaron, sino que tomaron vida y se manifestaron de una manera poderosa. De allí en adelante hubo una conexión de las palabras antiguas con las nuevas que Jesús y sus discípulos estarían introduciendo en este mundo. La palabra de Dios cobró vida. Basta solo leer unos cuantos pasajes bíblicos para darse cuenta de la respuesta e impacto de la palabra de Dios en las personas de aquel entonces. Un ejemplo fascinante es aquel en el cual los principales sacerdotes de Israel, en su intento por detener a Jesús para que no continuara predicando, enviaron a arrestar a Jesús, pero estos regresaron y contestaron cuando les preguntaron por qué no lo habían traído: “Los alguaciles respondieron: !!Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46) Tuvieron que ser bastante impresionantes esas palabras, como para que los guardias del templo no lo hubieran traído arrestado. ¿Qué les dijo Jesús? Nadie lo sabe, pero sin lugar a dudas la palabra que les habló los conmovió y cambio para que ellos no lo arrestaran.
Otro episodio de gran envergadura en aquel en que un centurión tenia una gran necesidad por un siervo que estaba paralitico muy enfermo y vino a Jesús para que le ayudara y lo sanara. Las palabras de este hombre han quedado en los archivos de palabras de poder, por lo que dijo y con la fe que lo hizo: “Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará”. (Mateo 8: 8) “Solo di la palabra y mi siervo sanara”.
Que palabras tan poderosas y llenas de fe para levantar a cualquier muerto. El mismo Jesús se quedó maravillado de la fe de este centurión a tal grado que mencionó que ni en Israel había visto tanta fe. Lo que significa esto, es que aquel centurión no era de Israel, y mucho menos había crecido bajo la ley y el contacto con la palabra. No obstante, había algo poderoso dentro de él que le movió a creer que con solo decir la palabra Jesús, su siervo sanaría. El seguramente conectó la frase que leímos al principio de cuando Dios dijo: “Sea la Luz” y la luz fue hecha. Así Jesús dijo: “Ve y como creíste te sea hecho” Y en aquel momento su siervo fue sanado. ¡Gloria a Dios!
III. ¿Cuál es el propósito de Dios las Palabras de Dios?
Entonces, ¿Cuál es el por qué de hablar Dios a los hombres? O ¿Cuál es el efecto de ellas en el hombre? Sin lugar a dudas que las palabras del Señor, tanto las del Antiguo Testamento, como las del Nuevo Testamento tienen un propósito bien definido de parte del Señor y este se estará tratando durante toda la lección y todo el libro. Sin embargo, por causa de espacio véase solo algunos de ellos.
La palabra puede acercarnos a Jesús. El propósito principal de la Palabra de Dios es —sin lugar a dudas, acercarnos al Señor. La razón es que el hombre ha estado muy lejos de Dios después de la caída de Adán y el Creador ha hecho todo lo posible para buscarlo y traerlo a su camino.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permaneciereis en Mi palabra, seréis verdaderamente Mis discípulos. (Juan 8:31)