Dios desea que la iglesia haga discípulos.
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:19,20).
La información sobre el tema de hacer discípulo no es escasa, pero sí inadecuada.
Para entender el tema, debemos hacernos algunas preguntas:
¿Qué es un discípulo?
¿Cómo se hace un discípulo?
¿Cómo se evalúa a la persona para ver si es o no un discípulo?
¿Cómo se organiza la iglesia para hacer discípulos?
¿Por qué las iglesias cristianas están llenas de congregados pero con muy pocos discípulos?
Tener la respuesta apropiada a las preguntas anteriores no garantiza que se vaya a lograr el resultado final, pero sí se comienza a caminar en la dirección correcta.
El resultado final
La eficiencia de la iglesia debe estar en su capacidad de “lograr con la materia prima” el resultado final.
¿Por qué la iglesia tiene tanto problema en conocer su mercado, en lograr distribuir su producto, y aún más difícil en “lograr su resultado final”?
Hoy más que nunca el gran desafío de la iglesia es prepararse en lo espiritual y en lo organizativo de tal forma que pueda influir en la vida de sus miembros; no solo en educar, entretener, satisfacer, sino en transformar primero su forma de pensar, y luego su forma de actuar.
La iglesia tiene que cumplir la Gran Comisión de forma eficiente. Con frecuencia nos preocupamos mucho por hacer las cosas correctas, pero descuidamos la eficiencia. Aunque haya métodos más apropiados, se siguen haciendo las cosas por tradición o costumbre; mostramos un miedo desmedido al cambio; y se trata de justificar ese miedo con la idea de que hay que ser fieles a las creencias y doctrinas.
La idea central en una disposición para el cambio, sería que el mensaje es eterno, los métodos son pasajeros.
¿Cómo cambiar los métodos sin cambiar el mensaje?
La eficiencia tiene que ver con aprovechar los recursos al máximo, que no haya desperdicio, se aproveche el tiempo y la energía de los obreros y líderes de la iglesia. Es decir, que sin afectar la calidad del producto se obtenga un alto rendimiento.
GRANDES OBSTÁCULOS DE LA IGLESIA
Jesús nos mandó a ir y a hacer discípulos. Sin embargo, la iglesia moderna se encuentra con grandes obstáculos cuando quiere enfocarse en obtener su resultado final. Es algo que para algunas iglesias representa un gran desafío y para otras una tarea casi imposible.
• El discipulado es algo muy personal
El primer obstáculo que nos encontramos es que nadie puede obligar a nadie a ser un discípulo.
• Muy pocos discípulos en la calle
Pocos hemos visto un discípulo en acción. Hay muchos cristianos fieles, consagrados, entregados, pero, ¿realmente discípulos?, hay pocos. ¿Cómo lo se?, pues simplemente, si hubiéramos mas discípulos nuestras iglesias bautizaran mas, el nivel de conversión fuera mayor.
• Hay que cambiar la forma de pensar
El otro obstáculo que encuentra la iglesia es la forma de pensar de los cristianos mismos. Por lo tanto hay que tratar de cambiar la forma de pensar de los cristianos.
Es muy difícil tratar de cambiar la mente de los miembros de la iglesia para que vean al discipulado como un proceso que dura toda la vida.
El discipulado no es un suceso sino un proceso.
• Cristianos estériles.
La gran verdad, y muy triste a la vez, es que la mayoría de nuestra gente está estéril espiritualmente.
Si no somos discípulos no podemos reproducir discípulos. Solo los discípulos pueden producir discípulos.
Es imposible reproducirse en algo que no se es. No podemos hacer discípulos sin antes ser discípulos.
• La Gran Comisión no es para la iglesia, es para el cristiano.
El quinto obstáculo que encuentra la iglesia es que muchos cristianos ven la Gran Comisión como un mandato para la iglesia, no para el cristiano individualmente.
Todo cristiano tiene la gran responsabilidad de ser un discípulo para reproducirse en otro discípulo. La Gran Comisión no es un mandato general, es un mandato individual. No es solo para un grupo selecto de líderes o de cristianos con el don de evangelismo.
El libro trata un modelo en el proceso de la formación de discípulo; un modelo que contempla el aspecto personal, y el aspecto eclesiástico de la Gran Comisión. No podemos pretender que la iglesia colectivamente cumpla con la Gran Comisión si los cristianos individualmente no son discípulos.
Este libro te ayudará hacer un plan estratégico para poder cumplir con la Gran Comisión.