Volando sobre las circunstancias

Un día mientras estaba en casa, un amigo me visitó. Le platique que me sentía frustrada porque la gente a mi alrededor quería verme caminar y obviamente yo lo anhelaba más que ellos pero para mí, en la rutina diaria, implicaba mucho esfuerzo que los demás no veían ni podían entender. Me dijo: "pues yo no quiero que camines..." Me sorprendió mucho escuchar eso y a la vez me entristeció. Creí que era una broma. Me quede pensando en eso y no tuve tiempo de responder. En seguida me dijo: "...quiero que vueles". Me sorprendió aún más pero sabía a lo que se refería. Sentí un alivio muy grande porque por lo menos una persona cercana a mí no esperaba que caminara sino algo aún mejor y más complicado que es volar. En otras palabras, me estaba diciendo que no dudaba que pudiera caminar y al mismo tiempo me ponía el reto de hacer algo aún mejor y posible, volar por dentro.

Recuerdo que la última vez que salí de mi casa iba manejando mi carro. Esta vez llegaba a mi casa en silla de ruedas y además necesitaba mucha ayuda para realizar tareas cotidianas. Una enfermera apoyó de tiempo completo y muchas otras personas brindaron su apoyo de distintas maneras. Este nuevo ambiente agitado no parecía uno de descanso pero sí lo era porque en mi mente sabía muy bien que Dios estaba bajo control.

Recuerdo las palabras: "Es mejor salvar un hogar que un compromiso"

Le muestro el anillo en mi mano. Y le digo: “No quiero tener este anillo de adorno, me está haciendo mucho daño. Lo saco de mi dedo y se lo entrego en la mano. Con lágrimas en los ojos guardó el anillo en su bolsa del pantalón. No hubo grito ni peleas, simplemente hubo un ambiente de tristeza y después se fue … física y emocionalmente de mi vida para siempre.