Sálmicos

La temporada de frutos llegará en el tiempo de Dios. Nuestra misión es hacer el trabajo encomendado “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19) y los frutos los dará Dios “Y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47). El frondoso follaje del árbol de los buenos frutos nunca se desvanecerá ni desaparecerá porque está nutrido con el poder del agua viva que da vida, y todo lo que se realiza con la energía proveniente de la fuente divina del Espíritu Santo indefectiblemente siempre prosperará. No depende de nosotros, es Dios quien lo hace. No tenemos motivos para titubear en el cumplimiento de los propósitos que nos han sido encomendados, en cambio sí tenemos muchas promesas de confirmación y seguridad que Dios estará en la vanguardia del combate protegiéndonos constantemente “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9).