Ama a Dios
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
(1 Corintios 13:4-7 Reina-Valera 1960)
Me cayó por sorpresa descubrir que el amor para los cristianos se entiende diferente a lo que toda mi vida yo pensé. Cuando Rubén Darío escribió “Tú y Yo” dijo:
Y ¿qué es el amor?
¿Amor? Germen fecundo de la dolencia humana.
Origen venturero de sin igual placer
con algo de la tarde y algo de la mañana
¡Con algo de la dicha y algo del padecer!
Rubén Darío pudo magistralmente describir el imaginario popular sobre el amor, pues el poeta expresó que el amor es un sentimiento placentero y doloroso al mismo tiempo. Para la persona común, el amor está fuertemente relacionado con un sentimiento intenso hacia otra persona, empujándonos a querer estar al lado de la persona que amamos y buscar su bien, muchas veces hasta en contra de la lógica.
Claro está que este tipo de amor mundano, que depende de nuestro estado mental, sigue siendo sugerido del cristiano para Dios. Pero hay algo más que no tomé en consideración cuando estaba en mis primeros pasos como cristiano. Cuando me piden que ame a Dios, ahora entiendo que más que tener un sentimiento, debo tomar una decisión consciente de comportarme como una persona enamorada. Y aún más importante es que, en los momentos en donde dicho sentimiento no se encuentra dentro de mí, de todas maneras, debo actuar como si existiera. Esto incluye, buscar encarecidamente de Él, meterme con el señor, adorarlo y alabarlo.
Sin dudas te estarás preguntando si actuar como enamorado sin sentir amor es fingir y engañar. La respuesta es contundentemente ¡no! No es lo mismo mentir que simular, pues cuando mentimos, estamos esperando que la otra persona no sepa la verdad. Al contrario, cuando actuamos o simulamos estar enamorados, no decimos que sentimos amor si no hay. De hecho, es válido y se espera que seamos francos con Dios y le digamos que no tenemos un sentimiento de amor en ese momento. Lo importante es el sacrificio. Pues, aunque no me sienta con ganas, por amor, de todas maneras, seguiré adorando, buscando y alabando al Señor.
El amor verdadero se manifiesta en nuestras obras no en los sentimientos. El amar a alguien va más allá de mariposas en el estómago. El amar a alguien es hacer lo mejor para esa persona, aunque no tengamos las ganas de hacerlo. Tome por ejemplo el amor a un hijo o a una madre. Aunque a veces nuestros hijos nos hacen enojar, de todas maneras, buscamos hacer lo mejor para ellos ya que, aunque no sintamos las ansias en ese momento, los seguimos amando. Por esta razón, podemos concluir que el amor no es un sentimiento que tengo dentro de mí, sino un esfuerzo consciente de buscar lo mejor para la otra persona, queramos o no.
Lo más intrigante de la definición de amor en la cultura cristiana es que nuestras decisiones de buscar contentar a Dios nos llenan de sentimiento y nos trae las tan anheladas maripositas en el estómago. Cuando alguien se pregunta ¿cómo es posible amar a Dios cuando no lo veo?, la respuesta es ámalo de todas maneras. Lo que se está sugiriendo es que tomemos la decisión consciente de alabarlo, buscarlo y adorarlo sintamos o no sintamos amor, pues el producto de nuestra decisión nos llenará de ese sentimiento tan anhelado. Por lo tanto, ama a Dios.
Dios Salva
Pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar.
(Salmos 116:8 Reina-Valera 1960)
En este versículo bíblico nos damos cuenta de que Dios libera o salva de tres cosas. Primero de la muerte del alma, segundo del llanto por sufrimiento y tercero de resbalar o de estar en malos pasos. Para un cristiano común, el único que puede ayudarnos a no ser condenado por Dios en el futuro es Jesucristo, pues su sacrificio a través de su muerte en la cruz fue lo que pagó la condena que se le había puesto al mundo por pecar. Para entender esto es necesario creer cuando Dios nos dice en Romanos 3:23 que todos los humanos, usted, yo, mi hijo, mi esposa, mi vecino, su mamá, en fin, todos hemos quebrantado la ley que Dios estipuló para el mundo. Le recomiendo que lea sobre la ley Mosaica y se auto analice para entender si usted también ha quebrantado los mandamientos de Dios. Una vez que entendemos que somos pecadores y que por nuestro pecado es justo que se nos condene, entonces podremos entender el sacrificio de Jesús en la cruz. De acuerdo con la Biblia, todos los humanos por haber pecado merecíamos la muerte eterna, esto significa estar separados de Dios eternamente. Pero en su amor infinito, de acuerdo con el Evangelio de Juan 3:16, Dios amó con gran vehemencia al ser humano y no quiere que nadie sea separado de Él eternamente. Por lo tanto, Dios mismo creó un plan para poder acercar al mundo a Él nuevamente. Esta reconexión de usted con Dios tenía un precio. El precio que usted y yo teníamos que pagar, pero fuimos exonerados. El que pagó la multa fue Jesús. Usted y yo debíamos ser asesinados brutalmente, ser humillados y separados de Dios. Pero por amor Jesús tomó su lugar y el mío, también el de su vecino y fue Él a quien se lo humilló, asesinó, y separó de Dios.
Muchos preguntan, ¿por qué Dios simplemente no perdonó al mundo y evitó que Jesús pagara la condena que no le tocaba a Él? Ciertamente Dios pudo hacer eso, pero eso no sería justo. Esto es fundamental en nuestra conversación, pues Dios es justo, y si hubiese perdonado sin sacrificio no su hubiese hecho justicia para Él, ni para usted.
Cuando Jesús murió en la cruz pagó la condena que nos tocaba a nosotros y esto lo hizo propietario de los que aceptan la salvación que Él trajo. En otras palabras, Él trajo la salvación y nos toca a nosotros conscientemente decidir si aceptamos esa salvación o no. Los que no la aceptan van a tener que pagar por sus pecados ellos mismos, pero los que aceptan la salvación de Cristo ya no tienen que pagarla, pues Jesús los exonera.