La historia de Miguel y Elva Salazar comienza en la más extrema pobreza del pequeño pueblo mexicano de Nava, y se abre camino a través de una serie de acontecimientos notables que conducen en última instancia a obtener un gran éxito. Miguel era el cuarto hijo de diez hermanos que crecieron durmiendo sobre pisos de tierra bajo el techo de hierba de su casita, y despertaban casi todas las mañanas con mordeduras de araña. Había poco dinero, poca comida y ninguna oportunidad de continuar en la escuela más allá del sexto grado, pero había mucho amor y reafirmación.
Arturo y María Pura Salazar, los padres de Miguel, dedicaron sus vidas a sus hijos. María Pura fue la roca y la gran motivadora durante los primeros años de vida de Miguel. Siempre estaba ahí, cuidándolo y amándolo todos los días. Para proporcionar tanto dinero como podía a su adorada esposa y a sus diez hijos, todos los años Arturo cruzaba el río Bravo para trabajar durante diez meses. Los dos meses que el papá de Miguel pasaba en casa eran los días más importantes del año. Durante esos dos meses, Miguel veía el gran amor que sus padres se profesaban el uno al otro y eso lo preparó para amar sinceramente a su esposa en el futuro.
Miguel era un niño extremadamente inteligente que sobresalía en matemáticas. Su gran deseo era acabar la Secundaria, pero, debido a la pobreza de su familia, se vio obligado a dejar la escuela y empezar a trabajar. El trabajo duro no era desconocido para Miguel. Cuando empezó el quinto grado, Miguel dejó su hogar para ir a trabajar a Piedras Negras, México. Desde aquel momento, no ha habido un solo día en el que no haya tenido un trabajo.
Regresó a Nava y continuó con el sexto grado. Una mañana, en lo que fue un acontecimiento casi milagroso, Miguel vio a la muchacha que se convertiría en el único amor de su vida. Elva García pasó a su lado y cambió su vida para siempre.
Elva era una joven mexicana-americana que había nacido y se había criado en el seno de una familia de diez hermanos en la ciudad fronteriza de Eagle Pass en Texas. Desde el momento en que la vio y por fin la encontró, Miguel y Elva fueron pareja. Todo lo que vivieron cuando se conocieron, se enamoraron y construyeron su vida juntos es una historia extraordinaria. Los detalles son asombrosos.
Comenzaron sin nada, solo con su amor. Con él se abrieron camino mediante el trabajo duro y laborioso de los campos de pepino y de las plantas procesadoras de pavos de Colorado mientras Elva estaba embarazada y daba a luz a su primera hija, una preciosa niña llamada Brandy. Desde allí se mudaron a San Antonio, donde Miguel trabajó por primera vez como parte integrante de una cuadrilla de techadores.
San Antonio fue muy bueno para ellos. Allí compraron su primera casa, tuvieron a sus otros dos hijos, Michael y Eric, y experimentaron por primera vez la estabilidad financiera. San Antonio fue también el lugar donde casi perdieron su matrimonio a causa del alcohol y finalmente tomaron la decisión más grande de sus vidas, convirtiéndose ambos en cristianos. Entonces su vida dio otro giro importante. Se mudaron a Oklahoma City y allí fundaron la empresa Salazar Roofing and Construction.
En resumidas cuentas, la vida de Miguel y Elva Salazar es la historia de dos personas muy jóvenes que se conocen, se enamoran profundamente y se convierten en cristianos comprometidos. Es la historia de cómo esta pareja, a través de una serie de acontecimientos extraordinarios, fue capaz de salir de la pobreza en la que ambos habían nacido y construir un éxito personal, familiar y financiero que ha sobrepasado sus sueños más grandes.