El resultado era el mismo. Un riñón está seco y el otro apenas funcionaba. Si usted tiene conocimiento de lo que sucede y de lo que pasa con una persona que sufre de los riñones, posiblemente diga:
—Este muchacho se la ha de llevar empastillado y, en diálisis, no ha de poder disfrutar de algunas bebidas, del café, soda, etc., etc., etc. Pero no. Pues te sigo platicando. La Biblia habla en el libro de Juan en el capítulo 11 de que Jesús tenía un amigo a quien él amaba mucho, y le llega la noticia de que su amigo estaba muy enfermo. Jesús continua su recorrido y no deja de hacer lo que él vino a hacer. Jesús se quedó dos días más en el lugar donde estaba, de ahí sale a Judea, y después de estar ahí dijo: “Nuestro amigo Lázaro duerme más voy a despertarle” (versículo 11). Ya para entonces Lázaro había muerto, pero en el versículo cuatro cuando recién recibe la noticia él dijo: “Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo sea glorificado por ella”. (Juan 11:4). Mi situación fue de esta forma. Ya Dios había hecho diferentes milagros en mí, pero Dios quería glorificarse una vez más.
Recuerdo perfectamente después del tercer estudio mis padres solicitaron un cuarto estudio. Los doctores decían:
—“Si ya sabemos el resultado, ¿para qué quiere un cuarto estudio?” Con eso quiero decir que el cuarto estudio se pidió por el siguiente propósito; el hombre puede decir lo que sabe y conoce, pero Dios tiene la última palabra. Si te fijas cuando Jesús llegó a la aldea de Marta y María, Lázaro tenía cuatro días de muerto. Y al cuarto día se levantó de la tumba. El cuarto estudio fue más profundo, más específico. He escuchado de una persona que en una visión fue al cielo y Jesús le mostró varias cosas allá, pero hay algo especial que hay de parte de Dios para sus hijos, este hombre le pareció muy importante lo que vio en un cuarto en el cielo y le preguntó a Jesús:
—¿“Qué hay en ese cuarto? ¿Por qué se ven órganos humanos ahí”? Jesús le respondió:
—“Esos órganos que tú vez ahí son regalos de Dios para sus hijos, pero sus hijos no piden los órganos que necesitan”.
En ese lugar hay corazones, pulmones, hígados, riñones, oídos, ojos, cualquier órgano en tu cuerpo que te falte está listo para ti. El Señor nos dice: “Pedid, y se os dará”. (Mateo 7:7). Se oró por un tiempo pidiendo a Dios que él me pusiera los dos riñones nuevos.
Recuerdo exactamente estar en una cama del hospital y la especialista haciendo el estudio y a la vez viendo los resultados de los otros estudios previos y dice:
—“Esto es raro”. Estaba en ese momento conmigo mi hermana Anna y ella preguntó:
—¿“Qué es raro”?
—“Es que en los estudios que se realizaron anteriormente enseñan que un riñón está seco y el otro no funciona bien. Pero en este estudio que estoy efectuando puedo ver dos riñones nuevos y trabajando perfectamente bien”. “Porque cualquiera que pide, recibe”. (Mateo 7:8).
Para ellos fue una sorpresa, pero para nosotros que estábamos confiados en el milagro que Dios haría, no fue sorpresa. Fue el inicio de otro testimonio más que, así como Jesús dijo: “Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios”. (Juan 11:4). Dios permitió que tres estudios fueran con una respuesta negativa para que no quedara duda de que el Dios que nosotros servimos es un Dios que puede hacer milagros. “Jesús dijo: yo soy la resurrección y la vida; aquel que cree en mí, aunque este muerto vivirá”. (Juan 11:25).
Dios se quiere glorificar de una manera sobrenatural en nuestras vidas, pero es necesario creer. Pues al que cree todo le es posible. Una y otra vez, Dios nos ha sorprendido con milagros sobrenaturales. Es por eso por lo que cuando alguien duda de lo que Dios puede hacer, sé que es necesario contar lo que Dios ha hecho y está haciendo en mí. Pues son innumerables los milagros que he visto a través de los años. (Extraído del capítulo 5).