RELACIONES FUNCIONALES
Una vez que hemos identificado el complejo entramado del que somos parte, ahora nos toca evaluar lo funcional que pueden ser todas esas conexiones o vínculos relacionales. Lo primero que conviene aclarar es el término «funcional». Cuando escuchamos que cierta familia es disfuncional de inmediato nos concentramos en su estructura, pensamos en hogares en donde ha habido un divorcio o pensamos en las familias en donde el padre de familia no vive en el mismo domicilio porque ha emigrado al país vecino, o pensamos en los hogares en los que los padres luchan por superar el duelo posterior a la muerte de uno de sus hijos, y que cada día se esfuerzan por ayudar a sus demás hijos a superar un duelo que ellos no logran cerrar, y que no encuentran el camino del proceso natural de adaptación a su nueva circunstancia. O quizá venga a nuestra mente una madre soltera, o la pareja que no tiene hijos, o los matrimonios que han caído en la desgracia económica, en fin, como podrá ver, todas estas acepciones refieren a la manera en la que en el presente se encuentra la estructura de una familia, que no necesariamente nos habla de sus funciones. Cuando hablamos de una familia funcional estamos pensando precisamente en aquellos hogares en los que sus funciones básicas están activas y son altamente efectivas.
Otra manera de comprender lo que significa ser una familia funcional, como el lector podrá constatar, es pensar en aquellas familias compuestas en su estructura por un núcleo natural, es decir, los vínculos entre sus miembros son consanguíneos, los padres son un matrimonio legalmente establecido y han tenido hijos naturales. Como podrá comprobar, no por tener una estructura ideal se trata de una familia funcional. Lo contrario también es cierto, porque yo mismo he tenido la fortuna de tratar con familias de madres solteras o de padres viudos que son verdaderamente funcionales. Un hogar funcional es aquel en el que las funciones básicas están cubiertas, funciones de disciplina, amor, jerarquía, protección, instrucción, crianza, guía, comunicación, integración, convivencia, etc., son administradas por los padres.
Por esto conviene comprender qué tan funcionales resultamos nosotros dentro de nuestro núcleo familiar. Una manera simple de hacer un análisis rápido de las funciones básicas en un hogar, y cómo interactúan cada una de estas dentro del núcleo familiar, es primeramente analizar los cuatro elementos que componen un vínculo relacional. Comencemos por la jerarquía. Toda relación humana, dentro o fuera del núcleo familiar presume una jerarquía. Los amigos ostentan una jerarquía entre ellos producto del tiempo que tienen de conocerse y que se supone que debería ser mayor de los nuevos amigos, el jefe de la empresa tiene una jerarquía mayor que el resto de los empleados por el puesto que tiene, pero su jerarquía no puede ser mayor que la del dueño de la empresa, una maestra tiene una jerarquía sobre sus alumnos en su salón de clases por ser la maestra, pero el director tiene una jerarquía mayor que la maestra dentro del plantel, la esposa debe tener un lugar ante su marido y el marido delante su esposa, evidentemente el padre de familia debe tener un lugar de poder en su hogar ante sus hijos, etc., por lo tanto, la jerarquía es el primer elemento que debemos medir para saber si la relación que se tiene con la otra parte es funcional o no.
Si sus hijos le levantan la voz sin expresar ni seña de temor, si su esposa(o) no le escucha y no considera lo que usted tiene que aportar al tratar ciertos asuntos en casa, si su mejor amigo dedica más tiempo a otras personas o a su teléfono celular y resulta más leal hacia ellos que hacia usted, si los padres dependen de los hijos para la toma diaria de decisiones, etc., nos encontraremos frente a un problema de jerarquía.
Sin temor, analice si la jerarquía que ostenta en su hogar es la que le corresponde, si encuentra algún faltante o no es del todo claro, esto podría marcar la primera área de trabajo en sus relaciones familiares e interpersonales. En un momento regresaremos al tema de la jerarquía y expondré la mejor manera de corregir la jerarquía en el hogar. Por el momento, analicemos otro elemento que compone nuestros vínculos relacionales familiares.
El segundo elemento que describe lo genuinamente funcional de la relación y que a su vez la complica en gran manera, es la posición. La posición es otorgada por la contraparte en la relación, pensemos por ejemplo en la relación de un padre con su hijo, la jerarquía que este ostenta es superior al ser el padre del muchacho, pero la clase de padre que éste sea, será evaluado y calificado por el hijo quien también le otorgará la posición que él considere que su padre se ha ganado. Después de todo, quien verdaderamente puede decir si el sujeto es un buen o mal padre, será el hijo. Él sabrá si es un padre cercano o lejano, confiable o traidor, cariñoso o duro y de difícil trato, un buen amigo o su peor juez, etc. Lo disfuncional de la relación familiar comienza en este punto, porque a partir de la posición que el hijo le otorga al padre, el padre realizará su función paterna.
Pensemos en el padre de familia al que su hijo le ha otorgado la posición de dictador en casa, porque efectivamente el padre fuera un sujeto impositivo y que solo sabe dar órdenes, una persona que regaña a todos y que pocas veces otorga la aprobación que tanto hace falta al hijo, una persona explosiva al que no le importa herir con sus palabras.